Todos me dicen que tengo que soltar, pero ¿cómo lo hago?

Mi psicóloga, mi coach y mi mejor amigo me dijeron lo mismo: “tienes que soltar”, pero no me dijeron cómo. Y estoy segura de que también es tu caso. Se habla de dejar ir con una ligereza que no corresponde a la complejidad del proceso.

Me atrevo a afirmar que no hay un solo camino para soltar, todo lo contrario. Y, sin embargo, cuando leo a los expertos en la materia y a mis amigos, expertos por la experiencia, encuentro puntos en común de los que vale la pena hablar.

Esta es apenas una guía de lo que podría ayudarte a dejar ir cosas y personas. Algunos nos aferramos a una relación, otros a creencias limitantes, algunos más al trabajo, al dinero, a todo aquello que creen que los hace “ser”, aunque realidad se mantiene en el ámbito del “hacer” y del “tener”.

Para mí, soltar es vivir un duelo. Hay alguien o algo que creemos necesitar y, aunque no se trata de cortar de tajo con una relación, sí haremos algunos ejercicios para liberarnos del vínculo que nos ata.

Empieza siendo un una práctica muy simbólica y, casi siempre, termina con cambios de gran magnitud. A veces, el acto de dejar ir tendrá que ir acompañado de un divorcio, una renuncia o una mudanza.

 

  1. ¿A qué te aferras? Para soltar, primero debes identificar cuáles son las relaciones que te están causando sufrimiento. Y, ojo aquí, podría tratarse de la relación que tienes contigo mismo.
  2. ¿Por qué te aferras? Ve de la mano de un profesional de la salud mental, pero si no te es posible, escribe sobre lo que sientes. Puede ser que aquello a lo que te aferras esté cubriendo una de tus carencias afectivas. Descúbrelo, ve a la causa raíz y enfócate en sanarla.
  3. Ya lo pasado pasado. “Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”, afirma la primera ley de la espiritualidad. Deja de luchar con el pasado, es el primer paso para soltar.
  4. ¡Al toro por los cuernos! Los psicólogos hablan de que el duelo comienza con la negación, es seguida por el enojo, más tarde aparece la negociación, a continuación la depresión y, finalmente, la aceptación. Siéntelo todo.
  5. Una nueva rutina. Asegúrate de segregar dopamina durante el proceso, ayúdale a tu cerebro evitando el azúcar y el café, escuchando la música que más te gusta e integrando a tu vida alguna práctica de liberación emocional. Empieza a soltar.

 

Dejamos ir no porque la otra persona quiera hacernos daño (puede ser el caso), sino porque el vínculo que estamos manteniendo está terminando con nosotros. No es culpa de nadie, solo estamos haciéndonos cargo de lo que nos corresponde.

 

Soltar es un acto de amor propio.