En México, 3 de cada mil recién nacidos presentan problemas auditivos

En México 3 de cada mil recién nacidos presentan una discapacidad auditiva, la cual, se puede detectar de manera temprana con un tamiz auditivo neonatal, cuya aplicación es gratuita desde el 2003, de acuerdo a  la Secretaría de Salud.

No obstante, a pesar de que el 60 % de los casos de  pérdida de audición son prevenibles, porque la sordera profunda se puede corregir con el uso de la tecnología de un  implante coclear y una  terapia de rehabilitación especializada, no todos los pacientes tienen acceso a estos procedimientos de manera temprana como es el caso de  Katherine Michelle Serrano Rosales, quien a pesar de que nació en 2006, no se le practicó un tamiz auditivo y  fue implantada después de la edad ideal, que es antes de los tres años.
En el Día Internacional del Implante coclear que se conmemora el 25 de febrero, Olivia Rosales, mamá de Katherine, relató que aunque su hija escucha, debido al retraso en su tratamiento y a una mala atención, quizá ya no le sea posible lograr un dominio del lenguaje, porque aunque ya tiene 15 años, su manejo del habla corresponde a una niña de 7 años.

Nunca le hicieron tamiz auditivo al nacer, ni lo conocíamos. Y cuando cumplió dos años yo ya presentía algo, pero los médicos me decían que había niños que tardaban en hablar. Katy ingresó al Instituto Nacional de Rehabilitación en octubre del 2008 y le detectaron hipoacusia bilateral profunda. Ya estaba en terapia, tenía sus aparatos auxiliares auditivos y cuando tenía tres años,  ya estaba programada para el implante coclear, pero durante la operación, uno de los instrumentos se rompió y un pedazo de metal se le insertó en la cóclea y ya no se pudo hacer el implante”, explicó.

Al cumplir 4 años, su familia solicitó otra vez el implante, pero los médicos les dijeron que Katherine ya no tenía la plasticidad cerebral para recibir el implante, es decir, que su sistema nervioso ya no era capaz  de cambiar su funcionamiento.

Me dijeron que mi hija ya no iba a escuchar. Y ahí empezó una lucha desgastante porque nos sacaron del protocolo e incluso me sentaron en una junta con especialistas para tratar de convencerme de que no implantará a mi hija, pero nos aferramos y la implantaron a los 5 años. Y nos cambió la vida. Mi hija es sorda, pero escucha. Puede convivir y es muy feliz, pero siempre estará en terapia del lenguaje, pero así como ya logramos que la implantaran  dos veces, vamos a seguir luchando para que ella alcance sus sueños ”, señaló.

Gracias al tesón de su familia, ahora Katherine realiza una vida normal, junto a sus padres y sus dos hermanas. Estudia el tercer año de secundaria y aunque le espera  un arduo trabajo para ampliar su capacidad del habla, quiere ser terapeuta para ayudar a las personas que lo necesiten.