El Partido Revolucionario Institucional (PRI) continúa enfrentando una crisis profunda, marcada por divisiones ideológicas y una pérdida creciente de militantes. En medio de su evidente declive, el partido intenta reencauzar las impugnaciones contra el proceso de renovación de su dirigencia, una movida que muchos ven como un intento desesperado de aferrarse al poder.
El proyecto del magistrado, que circula oficialmente en el Tribunal Electoral, plantea ‘batear’ la impugnación contra la reforma que permitiría la reelección de Alejandro Moreno, actual presidente del partido. Este movimiento ha generado una fuerte oposición interna, con varios priistas argumentando que la reforma no solo contradice los estatutos del partido, sino que también fue aprobada durante un periodo electoral, sin garantizar la paridad de género.
Las impugnaciones son vistas como improcedentes debido al principio de definitividad, ya que los inconformes omitieron agotar la instancia de justicia interna del partido. Por lo tanto, se propone ordenar a la Comisión Nacional de Justicia Partidaria del PRI para que resuelva a más tardar el 22 de julio, la fecha límite para que los aspirantes a la presidencia del partido se registren.
A menos que el PRI pueda unirse en torno a un conjunto de principios claros, su futuro parece sombrío, marcado por una lenta pero inevitable desaparición del panorama político mexicano.
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